sábado, 8 de diciembre de 2007

El dulce placer de viajar


Siempre me han gustado los viajes, como que traen nuevos aires y te entrega la posibilidad de cambiar, no sé qué, pero algo cambia. Sigo siendo el mismo, pero de otra forma. Es una nueva actitud. Eso es tema de otro texto

Cada vez que veo un bus (con los aviones no me pasa, porque es raro que viaje en ellos) siento ese placer que genera el viajar. La sensación a descanso, relajo vacaciones.
Pero déjenme decir, ¡después de 18 horas sentado en un bus!, que los viajes no tienen nada de agradable. Los malditos diseñadores se encargan de hacer lo más incómodo posible esos asientos. Acaso creen que en ellos se sientan personas de 1 metro , o serán demasiado fanáticos de Tolkien y diseñaran esa maravillas de la ingeniería tamaño hobbit. ¡Señores esos buses hacen recorridos de más de 2 horas! El dato de “llévate un lápiz ” no es broma.

Además los ponen tan pegados que si te toca un viejo o vieja desagradable de compañero inevitablemente la tendrás con la cabeza sudosa y babeada sobre tu hombro. (Este aspecto tiene un punto a favor si te toca una mina rica al lado. Por estadística, ellas siempre piden ventana, dato útil a tener en cuenta).

Pero no contestos con eso, ponen luces que no alumbran; un botón que supuestamente llama al auxiliar, pero que en realidad no sirve; y televisores de 10 pulgadas, para proyectar en ellos películas piratas de mala calidad o en su defecto dobladas por un grupo de amigos personales de gomezzzz pablo.

El tema del aroma es cuento aparte, lo único que ayuda es que te terminas acostumbrando. A menos que compres un pasaje cerca del baño, lo que empeorará gradualmente tu estadía en el bus. Caso aparte la guagua cagona, o el niño enfermo de la guata o el viejo pasado a todo.

La comida es una porquería, todo tiene un gusto a plástico, si no fuera por la señora que sube sagradamente a vender dulces de la Ligua me cago de hambre.

El calor, el ruido, la horas, y muchas cosas más. Insisto,¡ son 18 horas!
Y descaradamente te cobran por la experiencia.
Pero al final esta la recompensa de llegar a destino, el viaje acabó y viene ese descanso, relajo vacaciones.

Busco mi maleta, respiro aire limpio, saludo a mi viejo y me siento aliviado.

Y si me preguntan cómo estuvo el viaje, solo queda sonreír y decir agotador, porque a todos les tocara subirse a un puto bus y gozar la espléndida sensación de viajar.

4 comentarios:

Gastronomía Colegio William James dijo...

son de 14" wn

yo no se que placer puedes sentir en los buses, te lo digo porque viajo 14 horas hasta pv y es mas fome que la mierda.

me cuesta quedarme dormio y siempre olvido la clorfenamina, que (como dato) te provoca algo de sueño.

en fin... ya se apronta ese viaje, aunque no se cuando.

Andrea Hartung dijo...

mmm
la última vez que anduve en bus se me ocurrió ir al baño cuando iba por las palmas....
casi me muero, llegué verde así que no creo que me suba a esas tonteras hasta que sea muy necesario (léase: que vuelva arjona).

Anónimo dijo...

la ultima vez termine mareado y pegado en el puto baño vomitando mientras todo se movia de un lado a otro

del horror!!



y cuando se viene el carrete???

Dr. Macacus dijo...

Solamente tengo uan experiencia en viajes de más de doce horas y terminé con las rodillas inflamadas al extremo de tener que buscar alojamiento en la capital antes de volver a Viña. Además, me tocó un viejito muy buena onda que lo único que deseaba era conversar su larga travesía desde la Patagonia, pero tenía muy mal aliento y la costumbre de acercarse demasiado. Pensé que todo se solucionaría cuando se cansara y quedara dormido, pero sólo empeoró porque me dieron ganas de ir al baño y donde iba en la ventana no quería molestar al viejo, en fin... horrible.
Buen tema y adecuado desarrollo, volveré.